Llegó pequeño, con miedo y algo perdido.
Durmió en la cama en un principio, hasta que empezó a botar pelos y lo pasé abajo de la cama, su escondite.
Estas fotografías se las hice antes que creciera. Despues de una de sus siestas, lo dejé que despertara sobre el telón.
Se fue cuando empezó a perder esa cara de maniaco que lo caracterizaba. Un perro lo mandó al otro mundo.
Miau miau miau…
Tags: gato
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